La intención del expresidente Donald Trump de imponer aranceles a México y Canadá vuelve a encender las alarmas en América del Norte. Décadas de integración comercial entre estas naciones podrían sufrir una sacudida significativa si estas tarifas se aplican, según advirtieron expertos en comercio internacional. Aunque los aranceles buscan proteger la economía estadounidense, se prevé que inflijan un impacto negativo generalizado en las tres naciones, especialmente en las economías más pequeñas y dependientes de Canadá y México.
El lunes, Trump firmó una orden ejecutiva para revisar las políticas comerciales de Estados Unidos, lo que abre la puerta a nuevas acciones contra sus socios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). A pesar del alivio inicial por la ausencia de anuncios específicos en su primer día de gobierno, Trump reafirmó más tarde su intención de imponer tarifas del 25 % a bienes provenientes de estos países. Esta medida, explican economistas, podría provocar represalias y desmantelar cadenas de suministro que sostienen industrias clave como la automotriz, la agrícola y la energética.
Con un comercio regional valorado en más de 1.5 billones de dólares, los efectos iniciales serían devastadores. Los consumidores enfrentarían precios más altos debido al encarecimiento de bienes, mientras que las empresas sufrirían pérdidas de ingresos y empleos. México y Canadá, conscientes de la amenaza, apuestan a que Estados Unidos necesita su cooperación para competir con China, un rival mucho más grande en términos económicos. Sin embargo, el costo de una guerra comercial podría ser alto, tanto para los productores como para los trabajadores de los tres países.
Aunque los gobiernos suelen intervenir para mitigar el impacto económico, el daño a corto plazo sería inevitable. Canadá ya evalúa medidas de apoyo para las industrias más afectadas. En tanto, la incertidumbre económica podría frenar la inversión, aumentar la inflación y limitar el gasto de los consumidores. La fragilidad del comercio regional pone en jaque el T-MEC y deja claro que la amenaza de aranceles no solo es un tema político, sino también una carga para las economías interconectadas de América del Norte.