Los derechos de los animales no son un lujo, sino una necesidad básica. El 10 de diciembre, con motivo del Día Internacional de los Derechos de los Animales, se nos recuerda que todos los seres sintientes merecen respeto y protección. Estos derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad y a la protección contra la crueldad, nos llaman a reflexionar sobre el sufrimiento invisible que enfrentan millones de animales a diario.
Los animales, al igual que los seres humanos, sienten dolor, miedo y felicidad. Son conscientes de su entorno y merecen ser tratados con la misma dignidad que cualquier otra criatura. En muchas partes del mundo, aún persisten prácticas crueles como la experimentación animal, la caza indiscriminada y el maltrato en manos de quienes se aprovechan de su vulnerabilidad. En Michoacán, por ejemplo, el 70% de los animales de compañía sufren abusos, una cifra alarmante que refleja la urgencia de cambiar nuestra actitud ante el sufrimiento animal.
Aunque en algunos lugares, como la Unión Europea o ciertos estados de Estados Unidos, se han logrado avances en la protección de los animales, aún queda mucho por hacer. Las leyes que prohíben la experimentación animal y la venta de productos derivados de ella son pasos positivos, pero la crueldad sigue presente en muchas otras formas. Es necesario que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de defender los derechos de aquellos que no pueden alzar su voz.
Los derechos de los animales no son solo un tema ético, sino una cuestión de justicia. Es nuestra obligación proteger a aquellos que no tienen la capacidad de defenderse. Al hacerlo, no solo mejoramos la vida de los animales, sino que también construimos un mundo más justo y compasivo para todos los seres vivos.